Lo de ayer, y luego lo de hoy, no tiene nombre. He ido todo el día tan caliente, que no hago otra cosa que imaginar cómo será el polvo que te voy a echar hoy. Y eso me lleva a querer escribir en el blog, que es lo que me pasa siempre que me pongo a mil pensando en ti; y más aún cuando has sido tú la que me has puesto así.
En un primer momento pensé en escribir una de mis fantasías, luego en contarte alguno de los sueños que he tenido esta noche, después en simplemente contarte todas las guarradas que se me ocurrieran para intentar calentarte más, mientras escribo..., pero al final, creo que lo mejor es explicarte cómo mi siento desde anoche.
Desde el momento que te dije que pensaba meterte mano en el cine, ya me calenté. Sé que no tiene mérito, porque sabes que contigo siempre tengo constantes ganas, y a veces duele controlarlas. Y cuando ya estaba totalmente decidido a no dejarte ver la película, resulta que te armas con el vaso de Coca-Cola y el pack de palomitas. La dificultad para meterte mano así es grande, no hay por dónde, y pensé que igual pasabas, así que decidí dejarte tranquila.
Pero entonces levantaste el reposabrazos para que estuviéramos más juntos, y fuiste tú la que empezaste a meterme mano a mi. No sabes cómo me puso eso. Tanto que, como podía, intentaba rozarte siquiera las tetas, abrazada como estabas, sin apenas llegar bien. El chasco si llegó, cuando sorprendía a tu amiga R. mirando justo en uno de mis roces. Me cortó el rollo, pero ni las ganas ni la excitación disminuyeron.
Entonces me susurraste al oído lo mojada, y deseé meterte la mano por dentro del pantalón, para comprobarlo, y hacerte la mejor paja de tu vida, allí, en el cine, delante de todo el mundo, sabiendo que tendrías que contener tus gemidos mientras mis dedos entraban y salían de tu coño empapado. Pero cada vez que estaba dispuesto a intentarlo, la mirada de reojo de R. (o igual eran manías mías) me cohibía a hacerlo.
Me prometí que al salir del cine te llevaría a nuestro sitio, y te follaría de forma salvaje, más que nunca, para hacerte gritar de placer como a mi me gusta, y provocarte un orgasmo que te dejara sin respiración, y me inundara la polla de la forma en que lo haces cuando te corres. Notar ese calor resbalando por mis huevos cuando te pones así es estupendo.
Pero cuando salimos del cine y vimos la hora que era, se me cayó el alma a los pies. Sabía que las inmensas ganas que te tenía iba a tener que ahogarlas en casa, sin ti, porque nuestras obligaciones nos condicionan demasiado. Es lo que me puede..., que nos puede pasar. Yo tampoco podía dormirme, y justo cuando eché la primera cabezada, en la que debía estar soñando los sueños más cerdos, el dolor de la erección me hizo mirar el reloj: las tres de la mañana.
Me masturbé rápido y con fuerza, con tu imagen recibiendo mi leche en tu boca. Sí, lo sé, no hace falta que lo digas, pero esa fue la imagen, no lo puedo evitar. Volví a quedarme dormido, hasta que de nuevo volví a notar el dolor de una nueva erección. Esta vez eran las cinco y media. Decidí que me lo tomaría con calma, y te imaginé de mil maneras mientras disfrutaba de la paja. En un momento me cabalgabas mientras te apretaba las nalgas con mis manos, y mi boca succionaba tus pezones con fuerza. En otro momento te embestía desde atrás con fuerza, mientras mis dedos apretaban tu clítoris y gritabas que no parara de follarte. Después hacíamos un 69, donde te comía el coño siempre con fuerza, mientras tú me la mamabas al tiempo que me acariciabas los huevos, mientras acariciabas mi culo con tus dedos... Fue delicioso, media hora tremenda, hasta que de nuevo llegué a otro orgasmo, contigo, los dos a un tiempo.
Me volví a quedar dormido, deseando que la almohada que abrazaba fuera en realidad tu cuerpo exhausto.
A las siete ha sonado el despertador, y de nuevo una erección levantaba mis sábanas. No quise ni tocarme, pensando que ya no podía ser bueno, ni normal.
Luego tu post. No he dejado de desearte en todo el día. Ahora, mientras escribo, lo sigo haciendo. No sabes lo ansioso que estoy porque llegue la noche.
Sé que mañana querré volver a escribir, y espero poder relatar un polvo de los de antología, porque sé que nuestras ganas de hoy no van a dejar que sea de otra manera.
Me recuerda a tantas cosas lo escrito...
ResponderEliminarEn el cine he pasado tardes, noches inolvidables...
Besos
Chicos, entre la entrada de ella de ayer y la tuya de hoy, necesitáis dedicaros un rato a solas. Si no, os va a dar algo.
ResponderEliminarEl deseo que derrochas traspasa...
ResponderEliminarUn beso desde mis Amanteceres.
Mónica: El cine da mucho juego.
ResponderEliminarTe susurraré: Jajaja, necesitamos ratos continuamente, jajaja.
Amanteceres: Gracias amiga.