jueves, 9 de diciembre de 2010

Fantasías a duo

Estamos en el garaje de casa de mis padres. Es verano, y hay gente arriba, así que hemos decidido dormir nosotros abajo, que se está más fresquito. Mis padres tienen un colchón de ésos que se hinchan con un motorcillo, así que lo hinchamos. En principio teníamos intención de dormir, así que nos preparamos para tumbarnos en el colchón. Empezamos a quitarnos la ropa, y yo te observo. Llevas ese conjunto de ropa interior que me encanta. Te agachas un momento y tus nalgas se aprietan contra las braguitas. Te giras y me ves mirándote. Yo no te miro a los ojos, miro tus tetas, que suben y bajan con tu respiración. Te queda genial ese conjunto, marcando tu canalillo, y me siento provocado. En mi mirada ves que empiezo a encenderme; te sonríes y entonces yo voy a echar el cerrojo a la puerta mientras me quito la camiseta.

Me siento en la cama y te miro mientras vas a cerrar. Lo de dormir no es mala idea, pero reconozco que no tengo prisa y que, al menos yo, tenía claro que hoy iba a haber fiesta. Me alegro mucho de que mi elección de la ropa interior haya bastado como indirecta. Me inclino en la cama y me suelto el pelo del moño. Me ha crecido algo este año (aunque le hace falta un repaso), y me llega ya a media espalda. Lo dejo que se esparza a su gusto y te miro entre los mechones. Te estoy provocando. Yo lo sé. Tú lo sabes. Y veo en tu cara que te gusta...



Ya he cerrado la puerta. Durante unos instantes te miro, disfrutando de la visión de tu cuerpo, de tus piernas estilizadas, de tu mirada provocadora entre tu pelo, y del rato que sé que voy a pasar contigo, por anticipado. Me sonrío, sé lo que quiero de ti hoy, y voy a tomarlo. En unos pocos pasos, lentos, me acerco a ti. Me gusta tenerte semidesnuda, esperándome, y me arrodillo para besarte. Tus labios están húmedos y se nota que esperaban a los míos, porque me aceptas sin reservas. Tus manos rodean mi cuello, y mis manos acarician tu espalda. Nos damos un beso profundo, nuestras lenguas se mezclan en las bocas, y mis manos descienden a tus nalgas, metiéndose dentro de tus bragas. Me aprieto contra ti, sintiendo tus tetas contra mi pecho, y disfrutando de ese roce.


Me echo hacia atrás sobre la cama y te arrastro conmigo. Siento tu peso sobre mí y te rodeo con las piernas. Siento tu dureza contra mis ingles y me froto con fuerza contra ella. Te oigo jadear y me sonrío. Sé que lo notas en tu piel, pero no me importa. Subo con mi boca por tu hombro y tu cuello y te muerdo con fuerza. Acaricio tu espalda con las manos, con las yemas de los dedos, con las uñas, suavemente, y te siento estremecer. Tu respuesta hace que me estremezca a mi vez. Me gusta sentir que puedo provocarte reacciones involuntarias. La idea me excita, me siento perversa y peleo para ponerme encima tuyo. Por alguna extraña razón, que seguramente pagaré más tarde, me lo permites y acabo a horcajadas sobre ti. Me agarras de las caderas con fuerza y me colocas sobre tus ingles. Capto el mensaje y empiezo a frotarme contigo, sin prisa pero sin pausa. Sonríes con malicia. Preparas algo. Te sonrío y espero mientras hago todo lo que puedo por ponerte a mil.


Ya notas mi erección a través del pantalón. Sabes cómo ponérmela bien dura, y en esta ocasión lo has conseguido, como siempre. Sabes exactamente lo que me gusta, pero en realidad lo que me gusta es sorprenderte siempre que puedo. Te dejo que te frotes contra mi, pero mis manos van hacia tus tetas, las veo moverse, me llaman, y agarro tus pezones con mis dedos, los aprieto. Sólo un momento, lo justo para oírte gemir. Lo he hecho por encima del sostén, pero ahora mis manos lo liberan desde atrás. Ahora las veo en su esplendor, y sabes que daría un mundo por llevarme tus pezones endurecidos a mi boca. Me incorporo y te los lamo con la lengua, para luego atraparlos entre mis dientes y morderlos con fuerza. Mi polla quiere explotar dentro del pantalón, así que te ordeno que me lo quites. Lo haces, poco a poco, hasta que mis calzoncillos muestran a su través la silueta de una polla erecta. Yo mismo me los termino de quitar, y entonces te cojo del pelo y te llevo hasta ella.


Me agacho dócilmente sobre tu polla y empiezo a lamértela. No tengo prisa, nunca la tengo cuando me acuesto contigo, así que me tomo mi tiempo. La chupo y rechupo cual helado y te masajeo los huevos con una mano. Con la otra, poco a poco, te acaricio bien la polla y la coloco en posición para poder metérmela en la boca. Cierro mis labios sobre ella y aprieto lo justo para hacerte gemir. Siento que me coges del pelo con más fuerza y me haces girar la cabeza. Eso me obliga a cambiar de posición, pero sé que quieres mirar mientras te la como. Estoy tentada de resistirme, hasta que veo que el cambio de postura me permite verte también a ti. Tu cara es un poema. Chupo con más ganas para ver tu reacción y no me defraudas. Cierras los ojos y echas la cabeza hacia atrás para disfrutar mejor de mi mamada. Eso ya no mola. Quiero verte. Aprieto tu polla con la mano y juego un poco con los dientes. Sé que no te hago daño, pero también sé que el peligro te hace reaccionar casi tanto como el placer. Yergues la cabeza de golpe y me miras mientras te masturbo. Me das una nalgada y dejas tu mano sobre mi culo. Me estremezco, pero me sonrío. Te miro retadora mientras me meto tu polla otra vez en la boca y sorbo con fuerza.


Me encanta tener mis manos en tus nalgas, lo sabes. Y me encanta la mamada que me estás haciendo, y también lo sabes. Te digo que me chupes los huevos, mientras me masturbas. Mi mirada es dura, pero sabes que disfruto con ello. Lo haces, y mi mano aparta tus bragas buscando tu coño. Lo encuentro mientras tu lengua juega con mi polla, de los huevos hasta el glande y vuelta. Estás empapada y eso me gusta. Mis dedos juegan con tus labios, y de repente tengo ganas de penetrarte, pero aún no es el momento. Te coloco poniéndome yo encima, mi polla, muy dura ya, te da en el estómago, pero me quedo mirándote arrodillado. Tomo tus tetas en mis manos y las aprieto, pellizco tus pezones y los chupo un poco, luego sigo agarrándote las tetas y apretándolas con mis manos. Entonces mi lengua vuelve a tus pezones, y empieza a bajar hacia tu estómago dejando un surco por el camino. Me entretengo en tu ombligo y luego bajo hasta tu coño. 


Me arqueo en anticipación a lo que viene ahora y mi manos se hunden en tu pelo. Sacudes la cabeza paa apartármelas. Me haces gemir.


Lo beso por encima de las bragas, luego mis dedos las apartan, sin quitártelas, para dejar que mi lengua saboree tus flujos. Los bebo, sabes cómo me gusta hacértelo así. Comerte el coño es uno de mis placeres. Separo tus labios con los dedos, te abro todo lo que puedo, y mi lengua se introduce en ti. Te follo un poco con ella, hasta que la dirijo hacia tu clítoris, que ya noto hinchado y palpitante. Lo golpeo con mi lengua, lo chupo, lo muerdo, y mis dedos se introducen en ti. Te arqueas como la zorra que me gusta que seas para mi, y gimes casi gritando. Mis dedos empiezan a follarte, y te digo si quieres que te meta la polla. Te ordeno que me lo pidas, que me pidas que te folle, y lo haces, suplicas que te meta la polla. 


Tengo tantas ganas de ti que tengo que contenerme para no suplicarte a gritos. Gimo mientras me trabajas el coño otro poco y te suplico una vez más que me folles de una vez. Necesito que me folles. Estoy sudando y respiro con fuerza y daría lo que fuera por tenerte dentro al fin.


Te quito las bragas, y mi lengua se pasea por la parte interior de tus muslos, y vuelve a jugar otro poco con tu clítoris. Entonces, de rodillas, coloco mi polla en la entrada de tu coño y juego con tu clítoris, rozándolo, golpeándolo con ella, me dirijo hacia tu culo y lo rozo con mi polla. Llevo tus jugos desde tu coño hasta tu culo y vuelta. Entonces te la meto, sólo un poco, la punta. Gemimos los dos. Agarro tus nalgas con mis manos y poco a poco la voy metiendo más, hasta que mis huevos tocan tu culo. Me quedo ahí un momento, lo justo para agarrarte otra vez las tetas, con fuerza, y empiezo a empujar, como a ti te gusta, a golpes, mientras sigo apretando tus tetas, con fuerza, y las cacheteo un poco. 


Muevo la cadera despacio, en círculos, disfrutando y jadeando a cada una de tus embestidas. Mis manos bajan por tu espalda, intentando llegar a tus nalgas, para poder acariciarte el culo y guiarte con más fuerza a mi interior. No llego, pero me vengo mordiendo tus hombros, lamiendo tu cuello, mordiéndote el lóbulo de la oreja. Bajo por tu pecho hasta tus pezones y te los lamo. Me empujas hacia atrás y tus manos vuelven a tomar posesión de mis tetas. Me las aprietas como a mí me gusta, fuerte, y me muerdes los pezones. Haces que me derrita de placer. Empezamos a acelerar. Entras y sales de mí cada vez más fuerte y rápido y, de repente, sales del todo. Me miras con esa maldad que me pone a mil y siento que me estalla la entrepierna. Estoy loca por seguir follando, y lo sabes. Gimo de frustración y sonríes. Tus manos bajan de mis tetas a mi coño y me pellizcas los labios, me acaricias el clítoris, me lo aprietas. Me retuerzo de gusto y tus dedos entran en mí. Me follas con los dedos como un poseso y respondo a ello casi contra mi voluntad, pues sabes muy bien que preferiría tu polla dura y tiesa en su lugar. Pero estoy tan excitada que mi cuerpo actúa por su propia cuenta. 
Me llevas casi al orgasmo y vuelves a parar. Casi grito de frustración. Me agarras de las caderas y me das la vuelta, me pones a cuatro patas. Vuelves a meter tus dedos en mi coño y siento tu otra mano rondándome el culo. Sé lo que vas a hacer y gimo, pero me sorprendes de nuevo. Mientras me sigues follando el coño sin parar, con tus dedos entrando y saliendo de mí imitando tu polla, me preguntas si quiero que me hagas lo mismo en el culo.


Mientras espero tu respuesta, empiezo a pensar en follarte el culo. Le tengo muchas ganas, y la visión de tus nalgas, sólo para mi, la visión de tu cuerpo a mi merced, para hacer de él lo que yo quiera, para mi placer, es algo que me pone a mil. Me dices que eres mía, que haga lo que quiera contigo, y entonces abro tus nalgas con fuerza y empiezo a lamerte el culo. Juego con mi lengua en tu ano, lo rodeo, lo chupo, trato de penetrarte con ella mientras te oigo gemir. Veo tus manos jugando con tu coño y eso me pone aún más. Te lo follaría inmediatamente, pero tengo que dilatarte antes, así que, mientras mi lengua sigue jugando con tu culo, mis dedos empiezan a invadirlo, despacio, pero sin parar. Poco a poco se va dilatando, estás relajada, a la espera de recibirme ahí. Y cuando noto que es suficiente, que dos dedos entran y salen de él sin dificultad, me coloco. 
Mi polla empieza a jugar con tu culo ensalivado, te acaricio con el glande, las nalgas bien separadas con las manos. Tus dedos se mueven más rápido en tu coño, y te oigo gemir aún más. Apoyo bien mi polla contra tu entrada y empiezo a apretar, despacio, empujo hasta que el glande desaparece en tu interior. Lo dejo un momento ahí, y empiezo a empujar un poco más, así poco a poco hasta que siento tus dedos acariciando mis huevos. Te pregunto si quieres que empiece a follarte, pero antes de que respondas ya estoy entrando y saliendo con mi polla de tu culo. Es un placer indescriptible, jadeas, no gimes, jadeas con un sí, sí, sí que me está  volviendo loco. Aprietas tu culo contra mi y sigo follándote. Sabes que no aguantaré mucho más.


Sentir tu polla en mi culo y mis dedos en el coño me está volviendo loca. Daría lo que fuera por sentir tu polla en mi coño, pero tampoco quiero que dejes de follarme el culo. Lo quiero todo y lo quiero a la vez. Ya ni sé lo que pienso ni si pienso. Sólo siento, gimo, jadeo y me muevo para sentirte más adentro, más fuerte. Aprieto mi culo alrededor de tu polla y mi coño alrededor de mis dedos. La presión me hace chillar de placer. Siento que estoy a punto de correrme y acelero todo, mis dedos en el coño y mi culo contra ti. De repente siento que me agarras del pelo y estiras hacia atrás a la vez que me das una nalgada. Creo que te oigo gemir, pero no lo sé. Siento que mi boca también quiere tu polla. Me dices algo.


¿Quieres mi leche?


Por supuesto que quiero tu leche. Te la pido, te la suplico, te ordeno que llenes mi culo con tu semen. Tus embestidas se hacen más rápidas y cortas, y más fuertes. Mis dedos en mi coño y mi clítoris parecen enloquecer. No puedo más, me corro pidiéndote que sigas follándome.


Sentir tu orgasmo ha sido el no va más. Incapaz de resistirme a eso, empiezo a correrme a borbotones dentro de tu culo. Notas el calor de mi semen en tu interior y me lo haces saber. El gusto que siento es indescriptible, mi polla resbala dentro de tu culo con mi leche, y poco a poco voy parándome. Te abrazo desde esa posición, sin sacar mi polla de tu interior. Te beso la nuca, la espalda, te acaricio las tetas, y mis manos vuelven a tus nalgas mientras me incorporo. Sé que en breve mi polla irá saliendo, y me da pena que no vaya a estar aún dentro de ti. Ha sido un gran polvo, gracias amor.


Siento tus caricias, siento tus besos. Cuando sales de mí, me giro y te beso. Más que un beso post coito, parece un beso preliminar, con muchas ganas. La lascivia nos puede, incluso después de un orgasmo como éste. Te acaricio a mi vez, mis manos patinan sobre tu sudor. Estás empapado y yo también. Nuestros sudores se mezclan como nuestras salivas y nuestras pieles. Te quiero y te lo digo con toda la pasión que me queda. Nos dejamos caer sobre las sábanas y empiezo a maldecir hasta en arameo. 


Las sábanas están empapadas. ¡Hay que volver a hacer la cama! Y, encima, tú te estás partiendo el pecho de mí. :-D

3 comentarios:

  1. Qué dos!
    Qué relatos!
    Es un "placer" leeros tanto en el sentido figurado como en el más literal de la palabra.
    Besos

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  2. minerva: Gracias :-)
    Te susurraré: Es un placer para nosotros haceros sentir eso.

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