martes, 17 de agosto de 2010

Misión: masaje erótico

El shiatsu es una técnica japonesa de masaje inspirada en la acupuntura. Hay ciertos puntos repartidos por todo el cuerpo que sirven para aliviarnos malestares, contracturas, e incluso algunas enfermedades. Se ideó, en su momento, para curar los efectos del combate, y por esa razón eran los mismos maestros en ciertas artes marciales, como el Aiki-do, los que instruían en su aplicación.

El shiatsu es un arte, pero no es hermético. Combinado con otras técnicas, puede dar todo tipo de frutos. Una de esas técnicas es el masaje tántrico, de origen hindú, donde la consecución del placer sexual es el máximo objetivo. Combinando ambas técnicas, los puntos acupunturales y la presión y deslizamiento de los chakras, se puede conceder mucho placer a quien recibe los masajes.

Yo conozco ambas técnicas, pero no soy un maestro en ninguna de ellas, ni siquiera experto. Sin embargo, la otra noche, después de muchos años sin practicarlas, las intenté contigo, con el único afán de despertar tu deseo de forma más intensa. Fracasé, pero el intento mereció mucho la pena, porque fue uno de los polvos en los que más he disfrutado.


Lo cierto es que yo sí que conseguí encenderme como nunca. Acariciar tu piel, empapada del aceite de almendras, fue toda una experiencia. Tenías otro tacto, suave, y era incapaz de parar mis manos por tu cuerpo. Cuando al fin llegué a tu pecho, cuando pude acariciar tus pezones y sentir que se endurecían en mis dedos, me volví loco. Sólo deseaba atraparlos entre mis labios, lamerlos con mi lengua, morderlos con fuerza.

Luego, bajar hacia tu entrepierna y descubrir la sorpresa que me dabas, fue lo máximo. Estabas depilada exactamente como a mi me gusta, ni más ni menos. Entonces me propuse llevarte así al orgasmo. Hundí mi lengua en tu coñito, comprobando que estaba ardiendo, y te bebí. Sabes cómo me gusta beberte. Podía morder tus labios, verte absolutamente abierta con mis dedos. Te lamí como no he lamido nunca a nadie. Cómo te estoy deseando ahora, que ya noto mi verga dura molestándome en el pantalón.

Mordí tus labios, tu clítoris, metí mis dedos tan adentro como me pedías, deseaba darte a chupar mi polla, pero el coche tiene sus limitaciones, y por otra parte, era incapaz de separar mi boca de tu coño. Tus gemidos hacían que yo estuviera cada vez más excitado, más duro. Entonces gritaste, pude sentir cómo te corrías, y eso fue lo máximo.

Te dejé un momento, pero necesitaba follarte, así que me coloqué como pude, y te penetré. Tu coño estaba empapado, con tus flujos y mi saliva. Así estuvimos un rato, pero el coche es incómodo.

Cuando empezaste a acariciarme la verga con tus manos, tocabas mis huevos, empezabas a llevarme otra vez al cielo. Qué bien lo haces. Me hubiera gustado de nuevo que lo hicieras con la boca, pero estaba disfrutando tanto que no me importó. Luego te subiste encima. Cómo me gusta cuando me cabalgas así y puedo comerte las tetas y apretarte las nalgas a un tiempo, es delicioso.

Luego me pediste que te lo hiciera desde atrás. Me conoces, y así como estaba no iba a aguantar mucho más así, así que después de algún cambio de posición y de algunas embestidas, tuve que sacarla justo antes de correrme para no hacerlo dentro. Dios, cómo disfruté de ese orgasmo.

No sé qué más puedo decir, salvo que tengo ganas de tener mejor sitio, y toda una noche contigo. Quiero pasar una noche entera haciéndotelo, descansar sólo lo justo para volver a empezar de nuevo, y enterrarme entre tus piernas de mil maneras distintas, pero sobretodo disfrutar de tu cuerpo, de tu piel, de ti. Sentirme como tú me haces sentir, antes, durante y después.

2 comentarios:

  1. El coche, por motivos de espacio, tiene sus limitaciones, pero para eso está la imaginación y el ingenio. Nosotros hemos tenido polvos estupendos en el mío, y es un coche pequeño!.

    Besitos

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  2. Kelly: Sí, sí, pero a veces se echa de menos un lugar más amplio.

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