miércoles, 5 de octubre de 2011

Déjame que te ate (I)

Últimamente me estoy aficionando a la partes, pero es que ahora son necesarias...

Estoy trabajando. Llevo varias horas y sabes que necesito un descanso. Tienes experiencia conmigo, así que sabes qué es lo único que puede hacer que me olvide del ordenador.

Te desnudas en el comedor, mientras yo sigo absorto en mi trabajo. Buscas en tus cajones y sacas el sostén de un conjunto que sabes que me gusta, pero no coges las braguitas. En otro cajón unas medias negras, de las que llegan a medio muslo. Y en el armario de la entrada, unos zapatos de tacón, de los que no te pones nunca, salvo en muy contadas ocasiones especiales.

Te vistes, si es que se puede llamar así, con eso y buscas en el armario donde están escondidos nuestros juguetes. Coges los grilletes, la fusta y el rollo de cuerda. Te sonríes, quieres jugar, y quieres ser mala.

Vienes hacia donde estoy yo con el ordenador. Me ves pensativo mirando la pantalla, y te acercas a mí sin que me dé cuenta. Me susurras al oído "no te gires, no me mires". Me sonrío, al fin liberado de tensión, y te hago caso.

-¿Por qué no pones alguna página de esas guarras que nos gustan? -me preguntas.


Yo no tardo en entrar en una de ellas, con vídeos, y busco alguno sobre BDSM. Selecciono alguno nuevo y empezamos a verlo. Da igual el vídeo en realidad, la cuestión es que tu mano se desliza hasta mi bragueta y yo me dejo hacer. Me la pones dura por encima del pantalón y entonces vuelves a susurrarme "cierra los ojos, no quiero que me veas aún". Te hago caso, y ya no puedo ver el vídeo, pero escucho sus sonidos.

Empujas la silla donde estoy sentado hacia atrás, sólo un poco, lo justo para caber tú. Abres mis piernas y desabrochas mi pantalón. Me lames por encima del slip, me muerdes, compruebas lo dura que la empiezo a tener ya. Y entonces me lo bajas, saltando mi rabo como un resorte, que engulles casi hasta el fondo. Empiezas a hacerme una buena mamada, durante unos minutos, muy pocos para mi gusto.

Entonces te levantas, y me coges de la mano.

-No los abras aún.

Me llevas hasta el comedor y me dejas ahí de pie. Tengo que hacer un verdadero ejercicio de voluntad para no abrirlos, pero los mantengo cerrados. Entonces te oigo decirme:

-Ábrelos ya.

Tu imagen ataca mis sentidos como una explosión. Tu pecho subiendo y bajando con tu respiración, las medias hasta medio muslo, tus dedos dándote placer sólo para mis ojos y los juguetes que has dejado al lado, esos grilletes, fusta y cuerda. Entiendo lo que quieres y me dispongo a llevarlo a cabo.

Me desnudo, completamente. Me molesta toda la ropa. Te doy la vuelta, te pongo los grilletes con las manos a la espalda y te ayudo a levantarte. Tener las manos así hace que tus tetas se levanten hacia mí, y eso me gusta. Las magreo, pellizco tus pezones, y los muerdo, saboreo tus tetas en esa posición.

Cojo la fusta. Te acaricio la cara, el cuello, las tetas, los pezones, y fustigo tu pecho izquierdo con un golpe seco. Empiezas a gemir. Hago lo mismo con el izquierdo. Entonces te acaricio el coño con los dedos. Estás mojada, muy mojada. Chupo mis propios dedos. Vuelvo a por más y esta vez te los ofrezco a ti. Los lames como si fueran una polla. Me pones a mil en ese momento, y lo sabes.

-Gírate, puta.

Te giras, dejando tu culo a mi disposición. Te acaricio las nalgas, las abro, acaricio tu culo y mis dedos vuelven a tu coño desde atrás. Vuelvo a hacer lo mismo, pero esta vez con la fusta. Te golpeo una nalga, luego la otra, y luego te acaricio el ano con ella, para darte otro golpe seco justo ahí con la fusta.

Ya veo el brillo de tu coño, estás empapada. Me arrodillo delante de él.

-¿Quieres que te lo coma?
-Sí, por favor, hazlo ya, estoy muy cachonda.

Sin decir nada más, empiezo a explorarte con mi lengua, mis dientes muerden tus labios, te follo con la lengua y luego golpeo con ella tu clítoris. Te lo muerdo, lo lamo... En fin, te hago eso que siempre te hago cuando te como el coño, pero esta vez lo estoy haciendo desde atrás y tú cada vez abres más tus piernas para dejarme hacer.

Estás gimiendo como nunca, lo estás disfrutando, pero esto no ha hecho más que empezar.

Me pongo de pie, apunto con mi polla a tu coño y me inclino sobre ti.

-¿Quiere polla?
-Sí...
-Pídemela, zorra.
-Dame tu polla -dices levantando algo tu voz-, ¡fóllame ya, cabrón!

Como si fuera la señal que estaba esperando, te la meto hasta el fondo de un sólo golpe. Sin medir fuerza, sin ningún cuidado. Mi polla se ha desplazado rápida por las paredes de tu coño, de una sola embestida, y en seguida empiezo a follarte sin piedad. Gimes con cada embestida. 

Con mi mano izquierda sujeto tus muñecas, unidas por los grilletes, y con la derecha pellizco tus pezones mientras te follo. Empiezas a estar fuera de ti, pero aún quiero más. Saco mi polla de tu raja. Está chorreante de ti, y me encanta.

Cojo la cuerda. Te acaricio con ella; la paso por tu espalda, tetas, culo, coño... Quiero que la sientas antes de que te ate. Empiezo a rodearte con ella, te la paso por el cuello, el otro cabo entre tus piernas, aprovecho los grilletes para atarte, me tomo mi tiempo, con mucha calma. De vez en cuando te cae algún beso, alguna caricia en tu coño, a ratos simplemente te vuelvo a follar, pero te voy atando sin parar hasta que te tengo totalmente inmovilizada.

Tu cara me mira con satisfacción, tus pechos están apretados contra la cuerda, dejando los pezones fuera, para poder chuparlos cuando quiera. Tu coño lo aprieta uno de los cabos, así como tu culo, y tú no puedes ni siquiera moverte si no lo hago yo.

Te observo con satisfacción. Aprovecho para hacerte fotos de todo el cuerpo, entera, tus pezones, tu coño dividido por la cuerda... Ahora eres como una muñeca, como mi muñeca, sólo para mí. Y voy a hacer contigo todo cuanto quiera, así que es el momento de empezar...

(Continuará...)

3 comentarios:

  1. Exquisitamente excitante! La excitación que produce la inmovilidad y la adrenalina de lo que vendrá!

    Reciba mis saludos, no pudiendo evitar mi placer por leerlo...

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  2. Te deseo un felic week-end..
    Un Abbraccio...

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  3. algamarina: Muchas gracias, me alegro de haberte causa eso.
    luna: Gracias por pasarte.

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