martes, 13 de septiembre de 2011

Tiempo

El no tener tiempo para escribir los posts me quema un poco. Pareciera que no me apetece escribirlos, y si por mi fuera haría varios diarios. Sí, ya sé que no tengo medida, pero es que el tiempo que paso pensando en ti es así. A veces ni siquiera me doy cuenta de que lo estaba haciendo.

Y hablando de tiempo, ¿sabes en qué me hubiera gustado invertirlo anoche? Sí, ya sé que te lo dije, pero te lo digo otra vez. Tú, acostada bocabajo, y yo dándote un masaje, con todo el permiso del mundo para quedarte dormida. Después de masaje acariciarte desde el pelo hasta los pies, pasando por el cuello, la espalda, las nalgas, las piernas...

Ah, ¿que aún no te has dormido? Entonces a poner en funcionamiento mi boca. ¿Qué tal repartirte un montón de besos por cada centímetro de piel por donde han pasado mis dedos? Así seguro que te duermes, igual yo me dormiría. Un ratito pasando mis labios, de vez en cuando mi lengua, por todos esos rincones.

¿Qué?¿Aún no? Entonces me veo obligado a pasar a mayores. Mi lengua va a empezar a recorrer tu cuello, tus hombros tu espalda, axilas, los laterales de tus tetas, la rabadilla, las nalgas (algún que otro bocadito), y a esas alturas ya no puedo evitar separar tus nalgas y bucear por allí. Mi lengua ya no se desliza, lame cada centímetro de tus nalgas, acercándose cada vez más a tu ano, hasta que llego a él. Empiezo a lamerlo, lo lleno de saliva, lo engraso, y siento cómo empiezas a moverte y a gemir. ¿Pero no querías dormir?

-Ya no quiero -me respondes-, sigue por favor.

Te levantas un poco, lo justo para que pueda llegar a tu coño. Ya puedo olerlo desde aquí, delicioso, huele a ti. Mi lengua llega hasta él, recorro tus labios, los atrapo con los míos, y mis dedos juegan con tu ano, tímidos, pero traviesos, muy muy muy poco a poco, mientras mi lengua encuentra tu clítoris, y empapada de ti empieza a jugar con él. Gimes, ahora más, pero aún no es suficiente.

Muerdo, atrapo con mis labios y golpeo con mi lengua, hasta que empiezo a oírte gemir con más fuerza. Ahora sí empiezas a hacerlo como una perra en celo. Tienes los ojos cerrados, y tus manos magrean las tetas que tendría que estar magreando yo, pero no me dan a basto. Te mueves, le balanceas al ritmo de mi mamada. Si pudieras mirar verías que llevo una erección apretada y caliente, pero estás como yo quiero, concentrada en el placer que te estoy dando.

Mis dedos de una mano ya urgan dentro de tu ano. Quiero que dilates, y hoy me lo voy a tomar con calma. No quiero que sientas el más mínimo dolor. Mi otra mano te penetra el coño, y cuando noto cómo tus chorros empapan mi boca, te oigo pedir polla.

-Fóllame cariño, por favor, fóllame ya -me suplicas.

Pero yo tengo otros planes. Quiero hacerte disfrutar como nunca, así que me coloco debajo de ti, como el otro día, y empiezo a follarte con mis manos y mi lengua. Te mueves frotándote contra mi, casi estás gritando. Te conviertes en todo un putón jadeante, y eso me pone más a mil.

De repente noto tus manos agarrando mi verga, y te das la vuelta. Empiezas a mamar, y yo no puedo dejar de hacerlo. Pero ahora vuelvo a tener tu culo a mi disposición, y vuelvo a penetrarlo con los dedos, mientras sigo follándote el coño con los otros. Mi lengua va de uno a otro, mientras a duras penas puedo controlar para no eyacular.

Ya son tres los dedos que te entran por el culo, y entonces tu coño abandona mi boca, y tus manos mi polla. Me miras, me sonríes, y me susurras al oído que hoy sí estás preparada. Te sientas en mi verga, colocándola a la entrada de tu culo. Mi polla palpita de ganas. Te abro las nalgas mientras con las manos la colocas bien. Yo no hago ningún movimiento, y tú te vas dejando caer lentamente, adaptándote despacio. 

Es buena idea, así eres tú la que decides cuando ir más allá. Y voy sintiendo cada milímetro entrando en ti. Hasta que estás completamente sentada sobre mi. Empiezas a cabalgarme, despacio al principio, te acaricias el clítoris mientras vas aumentando el ritmo, y mis manos pellizcan tus pezones, aprietan tus tetas con fuerza, y siento en mi estómago tu fuente desbocada. Vas a alcanzar el orgasmo, y siento que no me refreno más, el mío llega con una fuerza tremenda. Te inclinas a besarme, y mi bramido suena cuando llegas, mientras tu lengua y la mía juegan a abrazarse. 

No sé si lo sientes, pero mi leche inunda tu culo, y disfruto como nunca, entonces rápidamente te la sacas y te empalas el coño en mi polla. Tres cabalgadas te han hecho falta para dar el gran gemido. Te corres, te corres como nunca, y sigues cabalgando cada vez más despacio, con mi polla aún erguida, perdiendo consistencia, pero aún en tu interior. Te tiras contra mi y nos quedamos así tumbados unos instantes.

Es entonces cuando me besas. Es un beso dulce, como ningún otro. Te das la vuelta y te acurrucas en mis brazos. Yo sonrío feliz, y ambos nos quedamos dormidos con la satisfacción de estar juntos.

2 comentarios:

  1. ¿Cuántas veces no se habrá dicho aquello de que es mejor calidad que cantidad?
    No importa que tus posts no sean tan numerosos o frecuentes como quisieras. Los que pones son de una calidad excelente.
    Es excitante, abrumador...tu lectura me enerva, me engancha, me enloquece.
    Es una lástima que yo tampoco tenga tiempo ni para pasarme por aquí tanto como quisiera ni para encontrar a alguien que dé esos masajes jejeje.

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  2. Belkis: No sabes cómo te agradezco tus palabras. Pásate por aquí siempre que quieras, sabes que eres bien recibida.

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