jueves, 18 de agosto de 2011

Azotarte...


Jamás te pegaré, pero últimamente fantaseo mucho con azotarte, mientras te penetro desde atrás, en el coño o en el culo. Pero no esos azotes que a veces te doy con la mano, y que tanto nos ponen a los dos, sino los azotes con una fusta, una de esas de cuero. Creo que ver cómo se enrojecen tus nalgas, mientras te follo, va a ser algo inolvidable.

Sé que tú también lo deseas, y mientras anoche me quedaba dormido pensando en ello, sabía sin lugar a dudas que tengo que comprar una; o bien directamente, o bien con el juego aquel que vimos en el sexshop. Y claro, como muchas veces me ocurre, soñé con lo último en lo que estaba pensando antes de dormirme.

Por un momento había pensado en relatar todo el sueño, pero a veces me fastidia sentir que es mi imaginación la que rellena los huecos que le faltan al sueño, y mis dedos calenturientos los que rellenan los huecos que le faltan al relato. Así que, directamente, te relataré la escena con la que me he despertado. Te resultará familiar, porque ayer mismo hablábamos sobre el tema.

Era una habitación diáfana. Tú estabas atada a una cadena del techo, casi de puntillas, con las piernas abiertas, y los ojos vendados. Estabas a la altura justa para poderte follar así, y eso hacía. Y mientras te follaba, mis manos apretaban tus tetas con fuerza, y pellizcaban tus pezones. Tú gemías como una puta en celo, pidiéndome que te follara más fuerte.

Me puse delante tuya, y aprovechando que estabas colgada del techo por las muñecas, te posicionaba las piernas alrededor de mi cintura y vovía a follarte, con más fuerza aún, mientras mis manos acariciaban y apretaban tus nalgas, y uno de mis dedos empezaba a penetrar tu culo, con la intención de dilatarte un poco.


Y como suele suceder en un sueño, justo al lado tenía algo que necesitaba en ese momento, una cama con dosel. Perfecta para esposarte de manos y pies, bien abierta para mi, y con ese cojín, mullido, justo en tu vientre. Y cómo no, una fusta de cuero, negra, para castigarte mientras te follo.

No tardo nada en moverte a la cama, no dejas de gemir en ningún momento. Te acaricio con la fusta, la espalda, las piernas, subo por tus muslos y te penetro con el mango. Luego lo sustituyo por mi polla, y lo meto en tu boca un momento para ver cómo lo lames. Entonces empiezo a follarte, fuerte, como nos gusta, y ya no son mis manos las que azotan tus nalgas, sino la fusta, dejándote unas suaves marcas coloradas con cada azote.

Gimes, me notas muy duro, nos está gustando, y sigo azotándote de vez en cuando. Entonces la saco de tu coñito empapado, y rápidamente la acerco a tu boca. La mamas muy bien, lo disfruto como nunca, y te pido que la ensalives bien, que te voy a follar el culo, y que te va a gustar como la buena puta que eres.

Me la mamas aún mejor, te entretienes lamiendo mis huevos, chupándolos bien con la lengua, me los llenas de saliva, casi llegando hasta mi propio culo, arrancándome gemidos de placer. Sabes que me encanta que me la mames mientras me pajeas al mismo tiempo, y te suelto una mano. Rápidamente, sin sacarla de la boca, me coges los huevos, los acaricias, y veo tu sonrisa maligna; ¿qué me vas a hacer?

Tu mano de repente empieza a acaricarme pasando cada vez más cerca de mi culo, pero tu boca sigue lamiendo mi polla sin parar, y sabes que así casi eres tú la que me tienes a tu merced. Sabes que no opondré resistencia a nada de lo que me hagas, entonces mientras sigues sonriendo, empiezas a acariciarme directamente el culo con los dedos, hasta que tu dedo índice me penetra.

--- Kit-kat ---

Me hace gracia, a veces quiero experimentar todo aquello que sé que no voy a probar más veces, pero en esta fantasía tenía ganas de experimentarlo, y te consiento, y no sólo eso sino que me descubro disfrutándolo, y tu sonrisa sigue ahí. No creo que dejase que nadie más lo hiciera, pero contigo tengo ganas de probarlo. No sé.

--- Fin del kit-kat ---

Me has dejado tan embadurnada la polla con tu saliva, y tan tan dura, que cuando la apoyo contra tu culo, casi podría dejarla entrar sola, pero sé que aún necesitas tu tiempo, y te lo hago despacio, más que de costumbre, porque estás esposada, y lo último que quiero es hacerte daño. La dejo ahí, sólo parte de la cabeza dentro, un minuto, minuto y medio, hasta que tú misma te vas ensartando, empujándome para sentir mi polla en tu interior.

Dejo que seas tú la que me folle así, sin moverme, te dejo imponer el ritmo. Hasta que está claro que no hay dolor, sino sólo placer, sigues gimiendo. Te suelto ambas manos, y no tardas en coger la fusta y empezar a masturbarte con el mango, mientras te follo el culo hasta el fondo, hasta que mis huevos golpean contra la parte baja de tus labios.

Y entonces, cuando llevo un rato así, empiezo a no poder más. Siento que voy a correrme, te aviso, y empiezas a pedirme que te llene el culo de leche, que la quieres ahí, que quieres sentir cómo te sigo follando así, y un montón de cosas más que no hacen más que explote en llamas, y en un tremendo orgasmo.

La fantasía acaba ahí, como todas las fantasías de los hombres. Llevo todo el día reviviéndola, y no hay manera de alejarla. Ni siquiera puedo ir a masturbarme, así que, que sepas que aquí me tienes, loco por tenerte ya, y loco porque llegue mañana la noche, para ver esa sorpresa que me tienes preparada.

Te quiero mi amor.

3 comentarios:

  1. Yo también te quiero, mi cielo.

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  2. genial todo...lo del mango para masturbarse mientras le penetras el culo,me enloquecio!
    muy afortunada quien te tenga en su vida...se nota que ademas de follartela como a una puta(con todo respeto,ya que amo que me follen como a una puta),la amas!
    saludos!

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  3. No Step Breeze: Lo sé amor.
    Fedora: Pues ya sabes ;-)

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