miércoles, 1 de diciembre de 2010

El lugar de los mirones

Ella y yo no podemos vernos cada día. Hay muchas circunstancias que nos lo impide, y no voy a enumerarlas aquí porque seguramente crearían polémica, y lo cierto es que para eso ya otros espacios más apropiados. Pero lo que sí puedo decir es que, como consecuencia, eso hace que, cuando nos reunimos, nos cojamos -en el sentido español de la palabra-, con más ganas. Sin embargo, también hace que tengamos ciertas fantasías que tienen la mala o la buena costumbre de hacerse realidad en muchas ocasiones.

Al mismo tiempo, eso también hace que nuestros polvos sean siempre distintos, nuevos, en intensidad, duración y, claro está, satisfacción. No termina de gustarme cómo suena la palabra "satisfacción" en este contexto, pero no se me ocurre otra que lo describa.


No sé si esta fantasía es de las que se cumplen o no, y la verdad es que poco me importa. No necesitamos cumplir todas nuestras fantasías para disfrutar del sexo como lo hacemos. De hecho, casi casi nacen cuando nos reunimos, a partir de un pensamiento, un comentario, o una caricia compartida. Y es precisamente por eso -bueno, por eso y por más cosas-, que nuestro sexo está lleno de humor, porno del duro, y mucho mucho cariño y amor.

Esta fantasía nace a colación de un comentario que le hice el otro día, en plan de broma, pero que debe de ser uno de esos deseos ocultos que tenemos en lo más recóndito de nuestro interior. La culpable es la tremenda confianza que nos tenemos para transmitirnos nuestros deseos y fantasías, aunque no vayamos a cumplirlas, pero que a veces el hecho de contarlas al otro, nos hace entrar en estado de calentura igualmente. Es fantástico; y paso a contarla ya.

En algunas ocasiones, cuando no podemos vernos, nos conectamos por messenger. En la mayoría de los casos, acabamos poniéndonos a mil; tanto que a veces cogería el coche para ir a buscarla y follármela en cualquier rincón oscuro que encontremos. 

En mi fantasía, es exactamente lo que había ocurrido. Nos habíamos puesto tan calientes, contándonos lo que nos gustaría hacernos el uno al otro, que cogía el coche e iba a buscarla, a buscarte (que para eso eres la protagonista).

Pero cuando te subiste al coche, cuando me besaste, mientras nuestras lenguas jugaban a cazarse en nuestras bocas, decidí que te llevaría a aquel sitio. Ese lugar de parejas donde el morbo es el mayor protagonista. Y allí nos fuimos.

Era pronto, así que no había mucha gente. Como éramos nuevos, decidimos ir a explorar el lugar. Nos cruzamos con un par de hombres que te miraron de arriba a abajo. No me extraña, porque estás un rato buena y es lo que tiene, pero no nos dijeron nada.

Los pasillos eran oscuros, pero lo suficientemente iluminados para ver por dónde andabas. Tú me cogías de la mano con fuerza, estabas nerviosa, y quizás no muy segura de querer estar allí. Continuamos caminando y explorando el local, hasta que oímos gemidos femeninos en la dirección hacia donde íbamos.

Era una habitación grande, con una cama redonda y enorme en su interior. En el centro de la cama había una pareja teniendo sexo. Ella estaba sobre él, de espaldas, cabalgándole despacio; parecía estar disfrutando. Justo frente a ella, un tío se masturbaba mirando la escena. Nosotros nos quedamos mirando desde la entrada.

Mi erección empezaba ahí, y el motivo no era la escena en sí, sino el hecho de estar allí, contigo, haciendo de voyeurs los dos al mirar. No es que me considere voyeur, que no es así, pero me daba mucho morbo.

Permanecimos un rato mirando. Ya nos habían visto, pero no nos prestaban atención, iban a lo suyo. Entonces, el tipo que se masturbaba pidió permiso al que estaba siendo cabalgado y este asintió. Empezó a acariciarle las tetas a la chica y esta echó la cabeza hacia atrás. Luego ella empezó a acariciarle la verga a él, mientras seguía cabalgando a su pareja.

En ese punto yo ya estaba que explotaba, y te abrazaba, pero mi mano no estaba sobre tu hombro, sino acariciándote el culo por encima del pantalón.

La chica entonces invitó a aquel hombre a subir a la cama. Aquel se quitó la ropa y subió. Se puso frente a la chica, y esta empezó a mamarle la poya al agregado. Entonces, el que estaba siendo cabalgado nos hizo una seña para que nos acercáramos. Yo hice el amago de ir, pero tú me cogiste del brazo y me dijiste que no con la cabeza.

Yo te besé y te dije al oído, casi susurrando, que estaba muy caliente y que quería sexo ya. Me miraste a los ojos y sonreíste. Estaba claro que no íbamos a participar, al menos en esa ocasión, pero también supe en ese instante que tendríamos sexo allí, y eso me calentó aún más.

Me cogiste de la mano y volvimos sobre nuestros pasos. En uno de los pasillos había un sofá de cuero negro, con una mesita enfrente. Me sentaste de un empujón, te arrodillaste frente a mi y me desabrochaste el pantalón. Empezaste a darme una mamada alucinante.

Mientras, tú también te desabrochaste, y pude ver cómo metías tu mano en el pantalón para tocarte. Estuvimos así un rato, pero al poco te quitaste el pantalón y te subiste encima de mi. Mientras me cabalgabas apareció una pareja que se nos quedó mirando, y luego llegó otro tío solo. La pareja sólo miraba, pero el tío empezó a masturbarse a nuestro lado.

Tú no paraste a pesar de todo. El tío me pidió permiso, y le dije que no con la cabeza. Siguió masturbándose y punto. Tú, de vez en cuando le mirabas, como si te excitara que se estuviera masturbando mirándonos. Yo miraba a la pareja. El tío se corrió casi al lado nuestro, con un bramido de satisfacción, y entonces noté cómo te corrías tú.

Lo último que recuerdo, mientras yo me corría llenándote de leche, fue la cara de la pareja, muy muy calientes, pero que sólo observaban. Me recordaba a nosotros. ¿Otros novatos?

4 comentarios:

  1. Mmmmm, esta va a ser mi fantasía de esta noche antes de dormirme...!

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  2. Me gusta ver y ser vista eso es definitivo, escuchar y ser escuchada y el relato me ha regalado tela de donde cortar para el proximo podcast... un honor que me escuches y comentes... y claro hare referencia a ti a ustedes.

    Abrazo...Pieladentro

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  3. Una experiencia muy excitantes... Muy bien Narrada. Felicidades!!

    Un beso desde mis Amanteceres

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  4. Te susurraré: Pues ya nos contarás qué tal fue.
    Piel: Lo vamos a escuchar con ganas, te lo aseguro.
    Amanteceres: Otro beso para ti.

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